Los avances en inmunología molecular realizados en los últimos 50 años han permitido el desarrollo de estrategias anti-tumorales basadas en la utilización del sistema inmune del propio paciente para luchar contra las células malignas.

Esto es lo que se conoce como
inmunoterapia del cáncer.

La inmunoterapia ha conseguido el aumento de la esperanza de vida, e incluso la curación de pacientes con tumores avanzados o intratables hasta ahora. El arsenal inmunoterapéutico está, sin embargo, limitado al uso de anticuerpos bloqueantes de los llamados puntos de control inmunológicos (ICI). Dentro de estos se encuentran los anticuerpos bloqueantes del receptor inhibidor Programmed Death-1 (PD-1), expresado en la superficie de los linfocitos CD8+ citotóxicos (CTLs) activados, o del ligando de PD-1, PD-L1, expresado en la superficie de las células tumorales. El bloqueo de la interacción entre PD-1 y PD-L1 con estos anticuerpos libera un freno del sistema inmune al evitar el agotamiento de los CTLs anti-tumorales, reactivando así la respuesta inmune contra el tumor.

No obstante, el uso de anticuerpos presenta una serie de limitaciones farmacológicas que podrían eliminarse con el uso de pequeñas moléculas. Comparado con los anticuerpos, los ICI basados en pequeñas moléculas podrían ser administrados oralmente, tener una mayor penetrabilidad en el tumor, controlar su biodisponibilidad de forma fina, y esto a su vez disminuiría los efectos secundarios observados con los anticuerpos. No menos importante es el menor coste de producir y administrar un pequeño antagonista comparado con un anticuerpo, lo que aumentaría el número de pacientes que se beneficiarían de estas terapias, especialmente en el mundo en desarrollo.

Si quieres ampliar la información sobre nuestros estudios

Pregúntanos